Club de Jazz 22/04/2024
Dan Weiss

Apuntes

Salvem el Milano! [Campaña]

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“Si no fuera por el Milano, no pisaría esta zona ni loco”. Se lo dije hace unas semanas a Clara al poco de llegar al club tras atravesar el campo de minas turísticas que es el centro de Barcelona. Se han de tener muchas ganas para pasear por ciertos lugares que son hoy carne de turismo de masas y mal gusto de franquicia. Por fortuna, el Milano, al que algunos se refieren todavía como coctelería y otros amamos como club de jazz, ofrece excusas diarias para aventurarse en esa Barcelona a la que la especulación va aspirándole el alma.

A la fortuna, sin embargo, le han puesto fecha de caducidad. De aquí a unas semanas, se acabó. Se acabaron las buenas excusas. El Milano cierra. Mejor dicho, lo cierran, porque el Milano quería seguir. Querían Clara Conill y Guim Cifré, responsables en los últimos años del mayor milagro jazzístico en la ciudad, capaces como han sido de hacer del subterráneo del Bracafé un club de jazz con una programación estupenda. Con nombres de relumbrón internacional y nacional y, sobre todo, con solistas y bandas de las nuevas hornadas formadas en las escuelas locales.

Que cierre el Milano es un golpe bajo. Lo es para el jazz de la ciudad donde probablemente se concentra el mayor número de jazzistas por metro cuadrado del país. La Barcelona de la Esmuc, el Conservatori del Liceu y el Taller de Músics se queda sin escenarios para la gran cantidad de titulados que salen de sus aulas. Sin el Milano, solo quedará el Jamboree como club con un aforo y condiciones a las que no pueden aspirar otros pequeños espacios de la ciudad donde se programa jazz. Por supuesto, los aficionados nos quedamos con un palmo de narices.

Lo más triste del caso es que el Milano funciona bien. Que haya de bajar la persiana no es por falta de clientela. Es más, había logrado recuperar la actividad diaria tras haber reducido la programación a cuatro noches como consecuencia del impacto de la pandemia. Al Milano, abierto en 2007, lo sentencia la misma enfermedad que ha homogeneizado los centros de las ciudades hasta hacerlas indistinguibles unas de otras: capitalismo salvaje, especulación, avaricia y turistificación son algunos de sus nombres. Al local del número 35 de la Ronda de la Universitat lo matan de franquicidio. Otra pandemia.

En la misma manzana en la que ya puedes darte un atracón fast food en los restaurantes (con perdón) Taco Bell, McDonalds, Foster's Hollywood o Kentucky Fried Chicken (sí, no es broma, ocupan una sola manzana), al Milano lo reemplazará un restaurante italiano. De franquicia, por supuesto. Para más inri, quedará en frente de una pizzería. Triunfará, no tengo duda. Solo por su localización a medio minuto a pie de Plaza Catalunya es casi imposible que no lo haga. Pero es un triunfo empresarial privado que resta a la ciudad, que desgaja un poco más su tejido cultural, que echa una palada más de tierra en la tumba de la cultura de clubes y locales de música, enterrada viva por los sepultureros de los macrofestivales y la borrachera turística post-olímpica.

Sé que la administración pública no es omnipotente, pero espero que no se declare impotente ni cómplice del avance de la desertificación cultural de Barcelona. Donde no pueda llegar legalmente, que busque y proponga alternativas viables. Sería también importante que la comunidad de músicos de la ciudad se hiciera oír. Le va la vida. Si quiere ser escuchada, necesita espacios donde poder hacerlo. En definitiva: “Salvemos el Milano”.

Carlos Pérez Cruz

Fotografía: Gonzalo del Val presenta "Tornaviaje" en el Milano el 27 de noviembre de 2022 junto a Romain Pilon, Manel Fortià y Raynald Colom.

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